Como una campana gigantesca que replica con diferente intensidad es como siento los trabajos pictóricos del matrimonio Yoshida, ambos ya octogenarios. Porque incluso aun cuando sus imágenes queden yuxtapuestas, debido al color que procura Eiko y los grises y negros que mantiene Tsutomo, son a la vez complementarios en su extensión tanto física como filosófica.

Ambos proclaman que buscan el sonido interior, y en su representación no cabe escatimar emoción y entrega, aun cuando prevalezca el blanco del fondo en un acto de honestidad en la humildad del espíritu. No hace falta más transcendentalidad que la propia aceptación de la fragilidad de la que estamos constituidos.

Disfrutemos de este ambiente que nos devuelve a la sencilla acción del hondo respirar.

El matrimonio Yoshida vive en Sapporo, y lleva una extensísima carrera a sus espaldas, por lo que sería inútil resumir su curriculum, pero baste apuntar la presencia en Madrid de Tsutomu en la galería Ynguazo en 1986 o la de Eiko Yoshida en la galería Catarsis en 1995.

Su obra ha sido expuesta, así mismo en el Yubari Museum (1996), Manggha Museum (2001), Miyazaki Museum (2002), BAsel Fair (2017), o la Asian Biennale (2018).

Exposición patrocinada por el programa de subsidio de la ciudad de Sapporo para la promoción del arte y la cultura